lunes, 6 de junio de 2011

Larga vida al club del pepino

Reapertura del Ocho y Medio
Viernes 3 de mayo
Sala But, Madrid
Fotografías de Tamara Martín


El viernes pasado nos reencontramos con el Ocho y Medio, aunque en una nueva sala y con un nuevo cuerpo de seguridad, de estos que no piden las cosas por favor. Modales aparte, los congregados en la sala But vimos pasar ante nuestros ojos un puñado de formaciones en las tres horas que duró el espectáculo. La fórmula era la misma que la utilizada en la despedida de la sala Flamingo (que ya os comentamos en fotos días atrás). Quince minutos de actuación por artista, lo se traduce en tres temas y no más.

En esta ocasión, las chicas coparon las tablas. Comenzaron rompiendo el hielo Boat Beam, que pagaron los platos rotos. Ya se sabe, sala a medio llenar, técnico que se está habituando a su nuevo puesto... En cualquier caso, salieron airosas gracias a la sencillez de sus canciones y los buenos juegos vocales. No es común contar con chelo y violín en un club, y menos versionando el Teardrop de Massive Attack, así que no hay más discusión. Christina Rosenvinge miraba contenta entre el público y eso nos reafirma.

Subió Annie B. Sweet y cantó un tema nuevo, que no tenía preparado. Con el público ya en el bolsillo demostró que era mentira. Venía con la lección aprendida y derrochó voz, más de la que se le supone por el tipo de música que interpreta. Resulta bastante más madura que otras de su mismo estilo. La única pega sería que bajó el ritmo al final. Era una noche de reencuentros, y ya se sabe que no estamos hechos para medios tiempos.

Javiera Mena se escoró a un lado del escenario con el órgano. Entre melodías pregrabadas y enredos con el cable del micro parecía que se nos pasarían los 15 minutos. Hasta que hizo acto de presencia Erlend Øye, de Kings of Convenience. Y trajo todo el ritmo de Noruega con él. Nos presentó orgulloso con su castellano chapurreado un tema que habían compuesto a pachas la noche anterior. De la canción ni me acuerdo, pero el espectáculo que dio fue memorable. Luego vino Luz de piedra de Luna, coreada entre el público y amenizada con las piruetas de un bailarín en pijama y pasamontañas (¿?). Desde luego, parece que Julieta Venegas ha parido varias hijas musicales en los últimos tiempos, entre Javieras y Ximenas Sariñanas anda el juego...

Y las recién llegadas dejaron paso a los veteranos. Teresa Iturrioz, ex Le Mans, se puso el traje galáctico firmado por Carlos Dïez para dirigir a Ibon Errazkin y Tito Pintado (ex-Penélope Trip) al frente de Single. Letras irónicas, actitud más irónica todavía y mucho descaro (con versión de Hidrogenesse y su Vamos a casarnos incluida). Cerraron con Tu perrito Librepensador, lo que los colocó en el podium virtual de la noche.

Y cambiamos de tercio con Triangulo de Amor Bizarro. El trío + 1 hizo campaña en favor del pepino patrio, que se convirtió en la reivindicación
estrella de la noche (junto con los mensajes de apoyo a la acampada del 15M). Los gallegos, que han colocado a Abanqueiro en el mapa, soltaron de guitarra como suelen. Presentaron un tema, que igual se queda en nada, nacido después de seis horas de viaje en furgoneta a Madrid. Bastante más productivo que dormir. Y cerraron, cómo no, con De la Monarquía a la Criptocracia , al fin y al cabo, son tres canciones las que tienes para dejar buen sabor. Melenas al viento y humo para despedir a los más contundentes de la noche.

La Habitación roja llegaba sin Pau Roca. En cualquier caso, da igual, sus incondicionales corearon a pleno pulmón y no se notó la ausencia. Al igual que el resto, tiraron de temazos y sonaron El eje del mal y Van a por nosotros. Como siempre poperos, pero bastante más potentes a medida que se acercaba el fin de su actuación.

Y antes del broche final se coló un invitado sorpresa, Noni de Lori Meyers, guitarra en mano. Lejos de cortarse, al no tener el apoyo del resto de su grupo, se lanzó a cantar Mi realidad, Alta fidelidad y Religión, muy apropiada para la ocasión con aquel todo es un plan para ser un desgraciado más. Realmente, de lo más seguido por parte del público.

Por último llegaron Ellos, charlatanes y muy cómodos en el papel de estrella principal. Pusieron el toque discotequero y despreocupado que le faltaba a la noche. Lo dejas o lo tomas sirvió de despedida a una noche variada y cargada de música. Hubo los pequeños altibajos propios de un estreno, pero todos lo perdonamos al pensar que habíamos estado tres horas de concierto por el precio de una copa.

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