Tras
treinta años de carrera musical Mozz prepara su adiós en la cima, misma jugada
que intentó sin éxito Michael Jordan, que arañó David
Bowie y que culminó Zidane. Morrissey prepara su retirada de las tablas a tiempo, fijando la fecha exacta en 2014. Se marchará en pleno estado de
forma, sin ningún ridículo que pueda emborronar un sobresaliente currículo. Como dice él mismo, ''el cuerpo cambia de forma y no hay nada que puedas hacer para
remediarlo''. Esta, aunque duela, parece la mejor de las decisiones posibles.
Steven Patrick Morrissey, hijo de inmigrantes irlandeses, fue un muchacho inglés del montón, con la salvedad de que no le gustaba demasiado el fútbol; aunque solía ir a ver al Manchester United, equipo de su ciudad, porque disfrutaba viendo al carrilero número 7, ídolo local al que le decían parecerse en su humilde vecindario. Fue un adolescente tímido y reservado, al que le entusiasmaba por igual la literatura de Oscar Wilde, que la música de bandas como New York Dolls o Heartbreakers.
Pocos apostarían por entonces que aquel crítico de fanzines baratos, que aquel chico introvertido, que tan solo llamaba la atención por su timidez, acabaría siendo años más tarde uno de los iconos más contestatarios
de su amada/odiada Gran Bretaña.
El tozudo Mozz ha sido sin duda la estrella por excelencia del indie británico, quizá la primera, y junto a su socio Johnny Marr (y dos marionetas) se encargó de sacar al mítico sello Rough Trade del fango, ya que con las ventas de unos sobresalientes The Smiths, se permitieron apostar desde la casa discográfica por muchas otras bandas.
Morrissey es un genio, pocos lo dudan, pero también 'un pieza' que jamás se ha mordido la lengua; extremista vegetariano, canceló su actuación en un festival a cinco minutos del inicio porque olía a hamburguesas de cerdo en el recinto, también fue capaz de negar la palabra a uno de sus idolos, Bryan Ferry (Roxy Music), porque su hijo encuentra divertida la caza.
El es el músico que rompió el corazón a Doherty (fan reconocido) al negarle el saludo cuando se cruzaron en unos camerinos, por considerarle un "drogadicto, cliché del rock and roll'. También ha tenido tiempo de "prohibir" al primer ministro de su país, David Cameron, que le gustasen The Smiths. Amo y señor.
Morrissey es un genio, pocos lo dudan, pero también 'un pieza' que jamás se ha mordido la lengua; extremista vegetariano, canceló su actuación en un festival a cinco minutos del inicio porque olía a hamburguesas de cerdo en el recinto, también fue capaz de negar la palabra a uno de sus idolos, Bryan Ferry (Roxy Music), porque su hijo encuentra divertida la caza.
El es el músico que rompió el corazón a Doherty (fan reconocido) al negarle el saludo cuando se cruzaron en unos camerinos, por considerarle un "drogadicto, cliché del rock and roll'. También ha tenido tiempo de "prohibir" al primer ministro de su país, David Cameron, que le gustasen The Smiths. Amo y señor.
A sus 53 años Morrissey está cansado, muy cansado. Quizá por culpa de una búsqueda estéril de una discográfica para su último disco, secuela de un jugoso Years Of Refusal (2009), que sus fans esperan como agua de mayo mientras él mantiene la grabación en un cajón.
Ha dicho que no quiere ser un ''Andy Williams moderno'' y por eso se pone fecha de caducidad, sella su prejubilación sobre las tablas aprovechando una entrevista en la revista americana The Hollywood Reporter. Aunque amarga, parece una buena decisión. Pero antes de eso le queda al menos un disco por publicar, muchos directos que regalarnos y muchas críticas despiadadas por hacer, como esta última -incluida en una carta a sus fans- a la Casa Real Británica, tras el ultimo concierto conmemorativo del Jubileo de la Reina Isabel II (que contó con las actuaciones de Robbie Williams, Kylie Minogue, Madness o Paul McCartney entre otros):
No cambies, hasta pronto.Ha dicho que no quiere ser un ''Andy Williams moderno'' y por eso se pone fecha de caducidad, sella su prejubilación sobre las tablas aprovechando una entrevista en la revista americana The Hollywood Reporter. Aunque amarga, parece una buena decisión. Pero antes de eso le queda al menos un disco por publicar, muchos directos que regalarnos y muchas críticas despiadadas por hacer, como esta última -incluida en una carta a sus fans- a la Casa Real Británica, tras el ultimo concierto conmemorativo del Jubileo de la Reina Isabel II (que contó con las actuaciones de Robbie Williams, Kylie Minogue, Madness o Paul McCartney entre otros):
'El jubileo de diamantes de la Reina es una nueva lección de fuerza de la tiranía, una expresión de odio y aborrecimiento hacia los ingleses más pobres, ¡y todo se hace, naturalmente, a costa del erario público!. Es degradante para cualquier persona inteligente. Aunque las dictaduras de Oriente Medio son condenadas por el gobierno británico, no hay juicios acerca del extremismo impuesto a los británicos por la ‘realeza’, que sigue siendo la mejor pagada y la más inútil de todo el planeta. No habiendo hecho nada para ganarse nuestro respeto, exigen el reembolso de todo. Es una forma astuta, estrambótica y fraudulenta de sacar provecho.''
Mu rico el texto
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