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lunes, 3 de octubre de 2011

Crónica Días Nórdicos, 27 y 28 de septiembre

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La globalización era esto, o de cómo ir a ver a Andi Almqvist y terminar ante un sucedáneo de Nick Cave.

Si para algo ha servido asistir a los conciertos de los Días Nórdicos ha sido para constatar aquello de que no hay nada nuevo bajo el sol, aunque sea el sol de medianoche del círculo polar ártico. La idea previa era descubrir nuevos grupos, pero terminé la noche aprendiendo que no por mucho caminar llegas más lejos. En este caso, el rumbo a seguir era la música de raíces americanas. A veces folky, a veces country. Interesante pero menos exótico de lo esperado.

Quizás pequé de ilusa al creer que un evento
grauito, patrocinado por marcas comerciales e instituciones para la promoción del turismo sueco iba a descubrirme las músicas propias de la región en cuestión. Las jornadas inaugurales de este primer festival multidisciplinar de cultura nórdica apostaron sobre seguro y trajeron a lo más solvente y correcto dentro de su catálogo de exportación sonora.

Así leído la cosa puede parecer mucho peor de lo que fue. En realidad no pintó tan mal. Todos empezaron a su hora y no desafinaron ni nada. Eso sí, guitarras e inglés, y ya.

Abrió la veda Andi Almqvist (reconozco que me perdí la actuación de Zebra and Snake, que salieron antes). El cantautor se presentó ante un sala Caracol sorprendentemente llena acompañado de su banda. Cumplió con el papel de rockero maduro atormentado con temas como Death o Rain. Todo alegría el hombre, vaya. Sin embargo, entre canción y canción pareció disfrutar, practicando su castellano y contando historias sobre lo contento que estaba de tocar en nuestro país. Aunque tuvo que mandar callar al público más de una vez por el ruido en la sala.


Al día siguiente la primera en subirse al escenario fue Tina Dico, sustituta de última hora para Anna Bronstend. La única que no salía en el cartel, acabó comiéndose al resto. Pese a no contar más que con su guitarra, supo cómo llenar el escenario y ganarse a la gente. Acabamos haciéndole los coros y pidiendo un bis, aunque posiblemente no habíamos oído hablar de ella nunca, ni lo volveríamos a hacer. Quizás por ello, aprovechó el factor sorpresa. Demostró que tiene muy buena voz y diferentes registros, que no es una chica más con la guitarra al hombro.



Ella misma fue la encargada de presentar a Helgi Jónsson, algo así como un Patrick Wolf de las nieves. Tan lírico y encantador como el original. Presentaba su nuevo disco Big Spring, publicado el día anterior. Con el acompañamiento de la danesa a los coros en todo momento, la noche se relajó. Incluso se lanzaron a presentar una canción rock, Digging up a tree, pero el verdadero rock estaba por llegar.

The megaphonic thrift, los noruegos menos altos y menos rubios que cruzaron ante nuestros ojos. No son la gran originalidad que estabas esperando, pero saben hacer ruido bastante bien. Un poco Sonic Youth, un poco Triángulo de Amor Bizarro, si nos acercamos en el espacio/tiempo, y listo. Hay un momento en el que ya no sabes muy bien dónde empieza una canción y termina la siguiente, pero de todos modos, sirvieron para cerrar la noche con unos cuantos decibelios y desentumecer las extremidades.


De vuelta a casa pensaba en qué grupos formarían un supuesto cartel de artistas, financiados por el Ministerio de Turismo español, para hacer una gira internacional con la que mostrar al mundo nuestro saber hacer musical. No sé por qué me entró el pánico.

martes, 27 de septiembre de 2011

La fiebre de las músicas frías

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Abrir nuestros oídos a los sonidos del norte nunca fue más fácil. Durante este mes de septiembre (que se acaba) y octubre, se celebra en Madrid la primera edición de Días Nórdicos. Lo que los organizadores denominan el "primer festival multidisciplinar de cultura nórdica en España", para nosotros es una ocasión perfecta para escuchar propuestas musicales un tanto alejadas de nuestros objetivos comunes.

Nombres como Zebra and Snake, The Megaphonic Thrift o FCAN, poco conocidos, se intercalan con Kakkmaddafakka (de los que ya os hablamos el otro día) o Junip (el grupo de José González). Un total de 15 bandas venidas de las tierras de la aurora boreal. Eso sí, en diferentes fechas y salas.



Para empezar, mañana mismo y el miércoles, al módico precio de cero euros, en la sala Galileo Galilei. Una ocasión perfecta para descubrir si los suecos saben hacer algo más que muebles prefabricados o si hay vida más allá de Bjork en Islandia.

ZEBRA AND SNAKE - THE COLOURS (Download from http://on.fb.me/zebraandsnake) by Zebra and Snake
Si a partir de este momento te vuelves fan, hay varias charlas, coloquios, presentaciones y proyecciones sobre diversos aspectos de la cultura nórdica. Para estar al tanto de todas las actividades, una vuelta por su web www.diasnordicos.com

viernes, 15 de abril de 2011

Crónica: Bigott (@Galileo Galilei, Madrid)

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Bigott
Viernes 8 de Abril de 2011
Sala Galileo Galilei-Neu! Club

Entretenimiento para treintañeros. Viernes noche. Un hombre barbudo se presenta ante el público. Viene acompañado de una troupe de lo más extravagante. No faltan la bajista corista, el baterista optimista o el teclista melenudo (este último no rima, pero viste mucho sobre el escenario). De hecho, el viernes pasado en el Neu! Club no faltaba ni Samantha Villar tocando las maracas (extraño pero cierto).

En cualquier caso, me presenté a la cita sin demasiado entusiasmo. Esperaba mucha pose y poca chicha, pero por suerte aún existe espacio para la sorpresa. Me encontré de frente con una banda profesional, de esas que saben lo que hacen y se preparan cada detalle del directo. Puede que eso les reste cierta frescura, pero los oídos del público lo agradecen. Todo está en su sitio cuando suenan los primeros acordes de Mum dead walking, por citar una. Muy al contrario, cuando parece que la situación está controlada, aparece el propio Bigott para recordarte que esto es un espectáculo. Cualquier parecido con un show folky es pura coincidencia. Esto es mucho mejor. Borja Laudo es un fiestero atrapado en el cuerpo de un leñador. Se salta el manual del buen entretenedor de masas y no duda en dar volteretas por el suelo, gritar, arañar el aire o caminar a gatas.

Las canciones son cortas, y se suceden sin apenas descanso, encadenadas. The Jingle, She is my man, Sparkle Motion. Y así hasta veinte o más. Dos tandas de bises en total. La cosa va subiendo hasta el punto de que Bigott pide que la gente, hasta entonces un poco desperdigada, se reúna a pie de escenario. Es hora de un poco de crowd surfing. ¿Crowd surfing en un concierto de folk? Eso parece. No sé hasta qué punto está preparado, pero todo el mundo parece disfrutar tanto como el propio cantante. Pronto suenan consignas del tipo ¡Bigott presidente! El jefe de gobierno de los irónicos, los que han dejado la urbe y ahora plantan rábanos en el campo.

En definitiva, disfruté de hora y media de estribillos pegadizos y melodías soleadas bien ejecutadas. Maduras pero despreocupadas. Breves, concisas y muy entretenidas. Ya puedo decir “This Is The Begining Of A Beautiful Friendship”.


Fotografía de Tamara Martín